El Confidencial
La banca ha encontrado la piedra filosofal para seguir ganando dinero sin dar crédito, según ponen de manifiesto las cuentas de las entidades publicadas hasta ahora. Y se debe a la generosidad ilimitada del Banco Central Europeo (BCE). La jugada es la siguiente: bancos y cajas de ahorros toman prestado todo lo que quieran al 1% a un plazo de hasta 12 meses y, en vez de prestarlo, lo invierten en deuda pública, que da una rentabilidad del 3,49% en el caso de Alemania (máxima solvencia, calificación AAA) o de hasta el 4% si quieren irse a un país un poco menos solvente como España (AA+).
La diferencia entre ambos tipos, tres puntos porcentuales, es el margen que se apuntan las entidades. Algo que no está nada mal en los tiempos que corren y, sobre todo, que tiene mucho menos riesgo que conceder préstamos con la incertidumbre actual sobre la solvencia de unos particulares y empresas con la amenaza permanente del paro o del cierre, respectivamente.
Los banqueros españoles han tardado un suspiro en descubrir una oportunidad tan clara ("así se las ponían a Felipe II", comentaba recientemente S.McCoy). Y así se refleja en los resultados del primer semestre, donde el beneficio de operaciones financieras se ha disparado gracias a esta operativa, hasta el punto de que se han convertido en un pilar fundamental de la cuenta de pérdidas y ganancias. Por ejemplo, en el caso del Sabadell, el 183,6%. Y en el de Bankinter, el negocio de mercado de capitales ha crecido el 242,83%.
Riesgo controlado
Esta operativa no está exenta de riesgos: el principal es la depreciación de los bonos en el mercado, algo que suele tener como causa los temores inflacionistas, a lo que se suma ahora la inundación de papel en mercado por parte de unos Gobiernos que tienen que financiar sus ingentes déficit públicos. Sin embargo, la caída de los primeros meses del año se frenó en junio y, desde entonces, los precios han recuperado bastante terreno. Es decir, que el mercado descuenta que la vuelta a la inflación está todavía bastante lejana. Y los bancos, encima, han obtenido más plusvalías con esta subida.
En todo caso, el riesgo es muy inferior al de prestar dinero en el mercado, de ahí que las entidades cada vez destinen una mayor parte de la liquidez a deuda pública en vez de a dar crédito. Algo que ayer criticó Jacobo González-Robatto, director general del Popular: "La experiencia nos dice que esta rentabilidad no es sostenible, que sólo es sostenible el negocio de clientes diversificado". Robatto aseguró que, como media, las entidades españolas tienen entre el 30% y el 40% de su balance invertido en deuda y derivados, porcentaje que se eleva por encima del 100% en los anglosajones. En el caso del Popular, afirmó que sólo tiene el 4% del balance en deuda, pero admitió que va a elevar su inversión de 4.000 millones a 10.000 (un 10% del balance, aproximadamente).
En otras entidades defienden esta operativa: "El negocio financiero, al igual que cualquier otro, se basa en buscar las oportunidades de mercado en cada momento. El objetivo es obtener beneficios para los accionistas, y unas veces se obtiene con una operativa y otras veces con otra", aseguran en un banco.
La operativa va a continuar
El problema es que las dos condiciones necesarias para que esta operativa continúe no van a cambiar. Por un lado, el BCE no piensa cerrar el grifo de la liquidez ilimitada a corto plazo, aunque ya ha empezado a endurecer las condiciones a las entidades españolas rebajando la valoración del papel que llevan a descontar (básicamente, titulizaciones hipotecarias). Por otro, los Gobiernos, con el nuestro a la cabeza, necesitan como financiar como sea sus ingentes emisiones de deuda -que superarán los 100.000 millones de euros este año en el caso español-, por lo que seguirán pagando tipos atractivos y, además, favorecerán esta actuación de los bancos porque alguien tiene que comprarles los bonos.
Ahora bien, ni el Gobierno ni los bancos reconocerán nunca que esto se hace a costa de restringir el crédito a empresas y familias. De hecho, todas las entidades que presentan resultados aseguran que su crédito ha crecido en el semestre y, lo que es todavía más llamativo, que tienen más cuota en los créditos ICO de la que les corresponde (con lo cual no se entiende que hayan destituido al presidente del insistuto público, Aurelio Martínez). Pero la prioridad del Ejecutivo es financiar el déficit antes que impulsar el crédito, y los datos del Banco de España no dejan lugar a dudas: el crédito registró una caída sin precedentes hasta mayo.
La banca ha encontrado la piedra filosofal para seguir ganando dinero sin dar crédito, según ponen de manifiesto las cuentas de las entidades publicadas hasta ahora. Y se debe a la generosidad ilimitada del Banco Central Europeo (BCE). La jugada es la siguiente: bancos y cajas de ahorros toman prestado todo lo que quieran al 1% a un plazo de hasta 12 meses y, en vez de prestarlo, lo invierten en deuda pública, que da una rentabilidad del 3,49% en el caso de Alemania (máxima solvencia, calificación AAA) o de hasta el 4% si quieren irse a un país un poco menos solvente como España (AA+).
La diferencia entre ambos tipos, tres puntos porcentuales, es el margen que se apuntan las entidades. Algo que no está nada mal en los tiempos que corren y, sobre todo, que tiene mucho menos riesgo que conceder préstamos con la incertidumbre actual sobre la solvencia de unos particulares y empresas con la amenaza permanente del paro o del cierre, respectivamente.
Los banqueros españoles han tardado un suspiro en descubrir una oportunidad tan clara ("así se las ponían a Felipe II", comentaba recientemente S.McCoy). Y así se refleja en los resultados del primer semestre, donde el beneficio de operaciones financieras se ha disparado gracias a esta operativa, hasta el punto de que se han convertido en un pilar fundamental de la cuenta de pérdidas y ganancias. Por ejemplo, en el caso del Sabadell, el 183,6%. Y en el de Bankinter, el negocio de mercado de capitales ha crecido el 242,83%.
Riesgo controlado
Esta operativa no está exenta de riesgos: el principal es la depreciación de los bonos en el mercado, algo que suele tener como causa los temores inflacionistas, a lo que se suma ahora la inundación de papel en mercado por parte de unos Gobiernos que tienen que financiar sus ingentes déficit públicos. Sin embargo, la caída de los primeros meses del año se frenó en junio y, desde entonces, los precios han recuperado bastante terreno. Es decir, que el mercado descuenta que la vuelta a la inflación está todavía bastante lejana. Y los bancos, encima, han obtenido más plusvalías con esta subida.
En todo caso, el riesgo es muy inferior al de prestar dinero en el mercado, de ahí que las entidades cada vez destinen una mayor parte de la liquidez a deuda pública en vez de a dar crédito. Algo que ayer criticó Jacobo González-Robatto, director general del Popular: "La experiencia nos dice que esta rentabilidad no es sostenible, que sólo es sostenible el negocio de clientes diversificado". Robatto aseguró que, como media, las entidades españolas tienen entre el 30% y el 40% de su balance invertido en deuda y derivados, porcentaje que se eleva por encima del 100% en los anglosajones. En el caso del Popular, afirmó que sólo tiene el 4% del balance en deuda, pero admitió que va a elevar su inversión de 4.000 millones a 10.000 (un 10% del balance, aproximadamente).
En otras entidades defienden esta operativa: "El negocio financiero, al igual que cualquier otro, se basa en buscar las oportunidades de mercado en cada momento. El objetivo es obtener beneficios para los accionistas, y unas veces se obtiene con una operativa y otras veces con otra", aseguran en un banco.
La operativa va a continuar
El problema es que las dos condiciones necesarias para que esta operativa continúe no van a cambiar. Por un lado, el BCE no piensa cerrar el grifo de la liquidez ilimitada a corto plazo, aunque ya ha empezado a endurecer las condiciones a las entidades españolas rebajando la valoración del papel que llevan a descontar (básicamente, titulizaciones hipotecarias). Por otro, los Gobiernos, con el nuestro a la cabeza, necesitan como financiar como sea sus ingentes emisiones de deuda -que superarán los 100.000 millones de euros este año en el caso español-, por lo que seguirán pagando tipos atractivos y, además, favorecerán esta actuación de los bancos porque alguien tiene que comprarles los bonos.
Ahora bien, ni el Gobierno ni los bancos reconocerán nunca que esto se hace a costa de restringir el crédito a empresas y familias. De hecho, todas las entidades que presentan resultados aseguran que su crédito ha crecido en el semestre y, lo que es todavía más llamativo, que tienen más cuota en los créditos ICO de la que les corresponde (con lo cual no se entiende que hayan destituido al presidente del insistuto público, Aurelio Martínez). Pero la prioridad del Ejecutivo es financiar el déficit antes que impulsar el crédito, y los datos del Banco de España no dejan lugar a dudas: el crédito registró una caída sin precedentes hasta mayo.